lunes, 1 de marzo de 2010

EL DAVID, de Miguel Ángel


El David es una escultura de más de cuatro metros de altura, realizada en mármol de Carrara por Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), escultor renacentista italiano.

El Renacimiento es fruto, en el plano cultural, de las intensas transformaciones que sufre la civilización europea en las últimas décadas del siglo XV y primeras del XVI, y que afectaron profundamente a sus estructuras sociales, económicas, políticas, religiosas, culturales y artísticas, alumbrando una nueva era que los propios contemporáneos denominaron expresamente Edad Media para desvincularse de lo que ellos consideraban una época bárbara, inculta y supersticiosa situada (de ahí el nombre: Edad Media) entre dos grandes períodos de esplendor cultural: la Antigüedad Clásica y el Renacimiento. En el plano artístico y cultural el Renacimiento supone una vuelta a los valores y cánones estéticos de la Antigüedad clásica grecorromana; se abandona el geocentrismo medieval y el ser humano se convierte en el centro del mundo (como dijo Protágoras el sofista: el ser humano es la medida de todas las cosas). Este antropocentrismo conduce a la libertad de espíritu, que a su vez llevará a la Reforma Protestante. Hay una separación entre lo cívico y lo religioso; el arte se seculariza, lo que no quiere decir que se desprenda del asunto religioso, sino más bien que se lo toma como pretexto; el objeto artístico es valorado por su belleza formal, es el puro recreo de las formas lo que sustituye al fuerte expresivismo medieval; es el comienzo de “el arte por el arte”. La Antigüedad clásica se pone de moda, de Grecia se toma el espíritu y de Roma las formas artísticas.

Miguel Ángel Buonarroti es uno de los artistas más geniales y polifacéticos de la Historia del Arte de todos los tiempos. Fue pintor, poeta, arquitecto, aunque él se consideró ante todo escultor, y esta consideración se plasma en toda su obra no escultórica, a la que imprime un fuerte carácter plástico (recuérdese, al ejemplo el vigoroso modelado plástico y escultórico de sus desnudos de la capilla Sixtina). Miguel Ángel es un hombre de carácter fuerte (la terribilitá michelangesca), apasionado, dramático y cambiante que supo dotar a sus obras de un estudiado equilibrio físico y moral: levanta montañas de músculos, pero a esos cuerpos titánicos corresponden almas impetuosas, espíritus sólidos, de forma que fuerza física y moral se equilibran. Maravilla la capacidad que tenía este autor de entrever la obra en el bloque sin desbastar, por lo que trabajaba sin titubeos ni vacilaciones, siguiendo exclusivamente su imagen mental; ello le lleva a abandonar a medio muchas obras cuando se alejan de su ideal, a pesar de ello incluso en éstas se aprecia su enorme fuerza interior.

Por encargo de la Opera dell’Duomo de Florencia recibe el artista el encargo de realizar una escultura que simbolizase el nuevo status de la ciudad-república desprovista ya de la hegemonía política ejercida por la familia Médicis.
A pesar de haberla labrado con tan sólo 28 años (entre 1501 y 1503), el David puede considerarse una obra de plena madurez de M.Ángel y una de las cimas del clasicismo renacentista. Utilizó como base un enorme bloque de mármol abandonado (aunque algunos escultores habían tentado de realizar una obra en el mismo por lo que sufría ya graves desperfectos) en la Piazza della Signoria de Florencia. En este bloque de mármol blanco de Carrara esculpirá el genio florentino una de las obras artísticas más apreciadas de todos los tiempos. El tema de la escultura, ya utilizado por Verrochio o Donatello, narra el pasaje veterotestamentario en el que David, joven pastor israelita, se va a enfrentar a Goliat, poderoso guerrero filisteo; David derribará a Goliat con un certero golpe de honda, lo decapitará y será proclamado rey de Israel. La obra recoge el momento mismo previo al lanzamiento del golpe, el joven, totalmente desnudo, estudia a su rival y prepara mentalmente la acción; la postura es de pleno equilibrio clásico, pero se nota perfectamente en la piel, en los músculos tensos, en las venas marcadas, que parecen palpitar y en ese brazo derecho que se siente pesar, la tensión previa a la acción. Es una obra plenamente clásica, por su postura serena y armónica, por su desnudo y su minucioso estudio anatómico, por su acentuado equilibrio entre fuerza física y moral, magistralmente plasmado en la mirada, calma y tensa al tiempo; parece que el joven va a lanzar su acometida en cualquier momento; nunca antes se había plasmado la fuerza en tensión.
La hipercrítica ha achacado al autor la desproporción de los miembros del cuerpo, unos brazos demasiado largos y una cabeza demasiado voluminosa, aunque esto quizá se deba a que el artista intentó plasmar el cuerpo de un adolescente que todavía no ha desarrollado plenamente su anatomía. Por último, destacar una constante en gran parte de la obra escultórica y pictórica de M. Ángel, y que causó gran escándalo entre sus contemporáneos que no supieron comprenderla: la desnudez integral. En efecto, más allá de la concepción clásica, para M. Ángel el desnudo humano lejos de ser pecaminoso contribuye a exaltar la grandeza de Dios, de esta manera rinde tributo a la obra divina (no podemos olvidar la concepción idealista neoplatónica que el tenía): sólo el desnudo integral, libre de atavíos hechos por mano humana, representa fielmente al ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios.
La trascendencia de esta escultura como hecho cultural con multitud de conexiones con aspectos políticos, sociales, económicos e incluso ideológicos esta fuera de toda duda. Es un encargo que pretende simbolizar la victoria de Florencia sobre un poder ignominioso (los Médicis) que no es sino la victoria de David contra Goliat. Además, desde una perspectiva técnica, teórica también presenta una lectura compleja: el material elegido, la técnica, los aspectos formales etc.
Pero, ante todo es una escultura, que muestra la relevancia del arte como hecho y acto cultural en sí mismo.

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